Entre un loco y los duendes extremos de Balcarce

Padres, Madres e hijos, en una aventura inolvidable en Laguna La Brava

Todo empezó cuando el loco tiró la bomba pensando que no iba a explotar, como cuando pensamos que el otro loco no iba a ganar, y así estamos.
Como siempre en este grupo alguien propone algo, el resto se anota sin pensarlo por las dudas que sea algo importante y no hayan entendido, después aparece un cbu y todos adentro.
Así fue como todos se anotaron pensando que íbamos en carpa y que ir a Balcarce era como Rosario, pero resultó que nunca estuvo cerca. Cuando nos dimos cuenta, ya estábamos todos ALLÁ, sin carpa e intentando comer cosas que estaban en la carta que el restaurante no ofrecía, luego de homenajear a un grande del volante sin marketing, visitando su museo.
Copamos Balcarce, bostero vos lo mirás por TV (No rima pero te duele igual). Sorteo reglamentario mediante, escribana oficial al mando y extrañamente para la profesión, SIN COSTO, hubo que fumarse la que vino. Baño más o baño menos, acompañante más o acompañante menos, Leandro más Leandro menos, sobrevivimos. Lo que no te mata, te hace más fuerte.


Día 1:
La misión de conquistar Balcarce estaba en marcha, aunque un poco desordenados, el Si/no campamento empezó y finalmente nos sentamos a cenar después de bajar todo lo que trajimos. Y ahí arrancó el virus…. Que afectó a los adultos. Al parecer los primeros síntomas se manifestaron al olvidarse que sus hijos no sabían ni cortar ni servirse, por suerte la comisión directiva tomó cartas en el asunto.
Acto seguido se lo vio festejar a uno de los Nicos, quien pensó que ya estaba solo y podía disfrutar, pero en una jugada maestra de Agus (nadie sabe cómo apareció de nuevo en el comedor), recordó velozmente que por joven que fuera, era padre igual que todos. A guardar los vinos y a dormir. Pasó la primera noche entre linternas y pastizales, algunos metieron mantas para fumar bajo las estrellas y otros se fumaron al manto sagrado mientras veían pasar cartas. No sean chusmas que no importa quién. Para rematarla, Leandro pensó que la estufa tenía calor y no se le ocurrió mejor idea que abrir la salamandra y abanicarla, gran experiencia dormir en un ahumador.


Dia 2:
Mate calzado, el único que estaba despierto y el primero que la vió fue Leo. Agarró cualquier cosa que estuviera al alcance para ocupar sus manos y que no quedara lugar para el remo. Disfrazado de fotógrafo, le tiró el bote a Meli que entendió todo, menos para donde había que ir.
No conocemos los detalles, pero parece que el revelado lo tiene que hacer en Miami. Mientras tanto en la palestra no había lugar para amistosos. Al cambio de turno, volvió la calma. La escribana que sí cobra... mantuvo el tanteador astutamente a la par, salvo en la última jugada donde el equipo del experto flaqueó distraído por Cristian que se probaba cuánto calzado raro aparecía y no le quedó más remedio que darle el triunfo a la otra Meli.
Después del almuerzo vino lo mejor. Al organizador se le ocurrió la jugada maestra. Qué mejor que después de un tremendo asado, ir a comer el postre arriba de la loma. Fueron 2hs caminando para finalmente llegar a las mandarinas que daban el tono saludable a la causa. Al pedo, porque nadie las comió. Nuevo síntoma del virus: abalanzarse ante un tupper con bizcochuelo, mientras los peques miraban atónitos al Tom Cruise de la zona, que les daba la idea de que si se tiraban, no pasaba nada. Brillante.



A esta altura, Naty en cualquiera de sus variantes, ya había entendido que no tenía nada que ver con que estuviera en la punta del mapa o lejos o distante o cualquier otro sinónimo, para que el nombre del grupo fuera: EXTREMO. Antes del retorno entre yararás y culebras, fue Valen el que entendió todo y eso de subir para después bajar, le pareció una pavada y le metió upa todo el viaje. Siempre ante la atenta supervisión de otro Nico, encargado de marcar los curros del camino para después facturar horas extras, más devaluadas que las de su laburo.
Hacia el final del día, bajo la amenaza del fogón, los peques se fueron a dormir rápido, antes de fumarse a algún iluminado tocando la guitarra y cantando una que no sabía ninguno, mientras el resto de los adultos debatía temas picantes ante la vigilancia de un Emi que se paseaba desde atrás, fusil al hombro como en su infancia, para que otra Naty soltara el aperol que confundió con la almohada. A dormir de nuevo, que el problema de los chicos, son los grandes!


Día 3:
Varios se levantaron muy temprano esperando alguna ayuda extra pero no se encontraron con nada más que el amanecer. Ni pesca, ni nudos ni Sup ni nada. Capaz tan creyentes no eran. Como un domingo clásico, temprano, encaramos la ruta. No será la Panamericana pero íbamos igual de lento, aunque ésta vez con casco y guantes, cual albañil, vaya a saber uno por qué.
Lo que era seguro es que tampoco sabíamos qué íbamos a hacer, como el día que nos anotamos en la lista del viaje, hasta que llegamos al bosque de las tirolesas y se aclaró el panorama con las preguntas de los duendes. Otra Naty vió que lo de simular fotógrafo servía para zafar y se puso a documentar todo. Al punto que todavía sigue mandando videos al grupo.


Ya cerca del mediodía, los mini “piqueteros” se olvidaron que era domingo y al grito de Injusticia! Injusticia! cortaron la ruta perjudicando a Ale, quien se quedó arriba varada con los guantes al revés mientras Pía pasaba a máxima velocidad, también al revés. Si había un Tom Cruise por qué no iba a haber un Keanu Reeves!


Terminada la actividad, hubo que obligar a varios a sacarse el arnés, ya era hora de almorzar. Ceremonia de premiación y foto de fin de fiesta. Retorno a casa sin bajas, con la satisfacción de un Finde que nos hizo más fuertes. Con los peques contagiados de alegría y de algo más también y con la promesa de repetir el año próximo. Con el baúl lleno de recuerdos, anécdotas y con todo lo que llevamos de más, también. Obviamente en medio de un quilombo de tránsito, como un domingo clásico, de regreso a casa.
Se terminó, ojalá al loco que votaron le empiece a ir tan bien como nos fue a nosotros. Gracias loco!

                                                                                                                                                                                                                              

autor: Sebastián Scattareggia

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